La tarjeta que cambió la vida de Thelma y su familia

Por una tarjeta en la que venían los datos de contacto para adquirirlo y hacer empresa con él, fue como Thelma conoció por primera vez el lactosuero suizo Lebasi. En esa ocasión, que sucedió hace 16 años, le dieron información sobre el producto; pero ella no se interesó mucho y lo único que hizo fue guardar la tarjeta.

Tiempo después, el destino volvió a encontrarla con este alimento lleno de bondades, en una visita que hizo a una familia. Nuevamente le hablaron sobre los beneficios que ofrecía Lebasi; sin embargo, lo que le llamó la atención en ese momento fue que podía iniciar un negocio por medio de la venta del lactoserum suizo. Ésa era una oportunidad para mejorar su situación económica, justamente lo que estaba buscando.

Ahora, cuando recuerda la historia de cómo conoció Lebasi, se dice estar más que satisfecha con los resultados, los cuales no sólo mide por las ganancias económicas, sino también por todas esas satisfacciones que le han dado las familias que consumen este alimento sano y rico en nutrientes.

“Con el paso de los años he visto lo que hace Lebasi, lo que me deja en cuanto a ganancias; pero lo que de verdad me entusiasma es ver cómo apoya a las personas enfermas. Lo que el producto les ayuda es lo que en realidad me motiva a seguir vendiendo”.

El comienzo que la llevó al éxito

Cuando volvió a encontrarse con el lactosuero suizo Lebasi, decidió inscribirse inmediatamente a la red de distribución con la caja de 24 botes, y para hacerlo contó con el apoyo de un patrocinador: don Toño Romero, su abuelo Lebasi.

Lo que más sorprendió a Thelma de su inicio fue lo rápido que consiguió vender el producto, y es que cuando lo recomendaba a las personas, éstas verdaderamente se motivaban a comprarlo por todos los beneficios que ofrecía. Después de ese comienzo, lo único que le quedó fue seguir creciendo en ventas.

“Lebasi deja muy buenas ganancias, es fácil de distribuir y es un producto que provoca muy buenos efectos. Empecé a venderlo en muchos pueblos de aquí de Morelia, donde hay mucha escasez, mucha pobreza y donde las familias necesitan un alimento que los nutra”.

Thelma, como buena distribuidora, también se dedicó a conocer más lo que vendía: inició a consumir el lactosuero suizo para vivir por cuenta propia los beneficios y compartirlos con sus clientes. Como todos los que han confiado en este alimento, pronto comenzó a notar los cambios.

“Yo antes me veía muy avejentada, tenía mi cutis muy manchado. Cuando comencé a tomar Lebasi, empecé a ver los cambios en mi piel. Ahora me veo mucho más radiante, tengo una piel más sana. También con la gastritis me ha ayudado, ya no tomo nada para eso más que Lebasi. Igualmente en esta casa, en mi familia, ya no existen los medicamentos, ya no los necesitamos, ya casi no vamos a visitar al doctor.”.

La distribuidora cuenta que antes comercializaba productos de una línea de cosméticos y que ninguno de los que llegó a probar logró darle los resultados que Lebasi le ha aportado.

“Tiene la ventaja de que te da belleza por dentro y por fuera; hace que te nutras mejor y te veas mejor, que te sientas bien. Además, lo puede tomar cualquier persona, toda la familia”.

Y otra de las ventajas que menciona es que es un producto hecho en Suiza, lo cual garantiza su calidad y hace que las personas confíen más en sus beneficios. “Hay una chica que se lo pone para mejorar la cicatrización, ya sea de quemaduras o de heridas. También lo consumió una persona con leucemia y le ayudó mucho con su enfermedad”, asegura.

Un negocio que la sorprendió

Thelma hizo crecer poco a poco y con mucho esfuerzo su negocio: pasó de distribuir los envases con lactosuero suizo a conformar su propia red de distribución, a la cual invitaba e inscribía a personas interesadas en consumir y comercializar este alimento. Así fue como crecieron sus ganancias y alcanzó varias metas que antes veía difíciles de lograr.

“En nuestra economía es fundamental, porque aquí en Morelia los sueldos están bajísimos y no nos alcanza para nada. Gracias a lo que nos ha dado Lebasi, mis hijos crecieron con su escuela, hemos logrado invertir en la casa, compramos muebles y también pudimos ir de vacaciones a Acapulco”.

Y es que explica que toda su familia está muy comprometida y agradecida con este alimento. Por ejemplo, su esposo, que es agrónomo, lo recomienda a cada persona que conoce y más cuando se da cuenta que padece de alguna enfermedad.

Ese mismo compromiso, Thelma lo busca transmitir a quienes conforman su red de distribución, dándoles a conocer las bondades del producto y guiándolos para que sus ventas vayan por buen camino; algo que también el corporativo de Lebasi les ayuda a lograr, puesto que siempre cuentan con asesoría y seguimiento en el desarrollo de su empresa.

“Agradezco mucho a Lebasi. Una tarjeta fue lo que me hizo conocer el producto y cuando los necesité para empezar mi negocio, los empecé a buscar gracias a esa tarjeta. En ese momento, yo buscaba sólo lo económico, no la belleza y la salud; pero al final también logré tener todo eso”.

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